La plaza debía ser el elemento central y principal ordenador de la nueva ciudad de Carlos III, siendo cruce de los ejes más importantes de la ciudad. Los urbanistas del rey, inspirados en los estrictos cánones neoclásicos, la proyectaron para desarrollar desfiles militares. En la parte sur de la plaza son interesantes los porches y la fuente neoclásica. Destaca también la Casa Laureano.

A partir de este centro, con perspectiva axial y un eje ortogonal en dirección mar-montaña, estructuraron unas calles a cordel, adaptados mínimamente al relieve. Los Tracista de la época proyectaron la parcelación con cierta magnificencia, buscando una armonía que se acordara con un concepto estático inspirado en el urbanismo romano.