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El Faro de la Ràpita

El Faro de la Ràpita: un símbolo vivo del vínculo con el mar

El Faro de la Ràpita es un símbolo vivo de la relación entre el municipio y el mar.

Se puso en funcionamiento el 1 de noviembre de 1864. Fue construido para facilitar la navegación en la entrada del puerto de los Alfacs, uno de los puntos estratégicos más importantes del litoral del Ebro. Su luz roja y fija, visible desde alta mar, se combinaba con una boya con campana fondeada a poca distancia para señalar el acceso nocturno a este singular puerto natural.

Una construcción con carácter

El edificio del faro, de planta cuadrada y arquitectura funcional, se levantó siguiendo el proyecto del ingeniero José Gos Álvarez y bajo la supervisión del jefe de ingenieros Cecilio Cardenal. El cuerpo principal cuenta con una torre cilíndrica en el centro, hecha de piedra natural, que se eleva ligeramente sobre la vivienda de los antiguos torreros. Su linterna, importada de París, fue diseñada según los modelos de la época y destaca por su estructura robusta y elegante.

Inicialmente iluminado con aceite de oliva, el faro ha ido incorporando diferentes tecnologías a lo largo de los años: parafina, petróleo, gas acetileno, electricidad y, más recientemente, energía solar. Cada avance tecnológico ha ido acompañado de adaptaciones en la óptica y en los sistemas auxiliares, hasta llegar al sistema electrónico actual, instalado en 1995 con focos halógenos de 1000 W y cambiador automático.

Historia y transformación

Durante la Guerra Civil, el faro permaneció apagado por orden del Comité de Defensa de Tortosa y no volvió a emitir luz hasta finales de 1938. Con el paso del tiempo, el crecimiento urbano de la Ràpita y la contaminación lumínica afectaron progresivamente su visibilidad, lo que obligó a modernizar el sistema de iluminación en varias ocasiones para garantizar su eficacia.

Actualmente, el faro mantiene su estructura original, aunque ha sido restaurado y adaptado en diversas ocasiones. El interior ha cambiado sustancialmente de uso: hoy alberga una vivienda para el personal técnico encargado de la señalización marítima, así como una oficina, un taller de mantenimiento y un almacén.

Una visita con encanto

Aunque no se puede visitar por dentro, el Faro de la Ràpita es una parada recomendada para todos aquellos que quieran conocer el patrimonio marítimo de las Terres de l’Ebre. Su entorno, integrado en el paseo marítimo, es ideal para paseos tranquilos, fotografías al atardecer o simplemente para contemplar el mar con una nueva mirada: la de un faro que, desde hace más de 150 años, guía a los marineros y forma parte de la memoria colectiva del territorio.

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